Las casetas que se
construyeron para convertirlos en stands y como entrada económica para las
arcas de la Municipalidad Provincial de Trujillo (MPT), al final, nadie las
quería recibir ni regaladas. Un verdadero fracaso.
Ni regalado lo querían
¡ELEFANTE BLANCO!
Uno de los desaciertos de la
obra hecha en el óvalo Mansiche, en la
gestión del Ing. José Murgia, fue sin lugar a dudas el denominado Puente
Peatonal, que tuvo críticas por doquier ante los asaltos que se “destaparon”,
tan luego se inauguró la obra; sobre todo, porque “El Alambre”, lugar cercano,
es considerado una zona peligrosa y delincuencial.
El puente tiene una extensión
de 201 metros lineales por dos metros y medio de ancho y seis metros de altura.
Empieza en la avenida Mansiche y termina en el jirón Salaverry y la avenida
Roma.
Revisando los archivos,
descubrimos que la decana del Colegio de Arquitectos, Adelí Zavaleta Pita y el
decano del Colegio de Ingenieros, Rodolfo Quiroz Calderón, en 1996,
cuestionaron la falta de estudio y de fluido de peatones que pasaría por el
puente. Las personas tenían miedo de transitar por el referido lugar al
convertirse en una zona liberada para el hampa. Prueba de ello es que se
robaron las motobombas de las piletas.
En los extremos del puente
aún quedan las estructuras metálicas de lo que debieron ser utilizados como
stands, para ser alquilados y a través de estos el municipio pretendió recaudar
fondos.
(Murgia: se sentirá
herido de muerte, hablando políticamente, cuando caiga por los suelos una de
sus obras emblemáticas)
Craso error: En agosto de
2002 las casetas fueron ofrecidas a las mujeres recluidas en el penal “El
Milagro” para vender sus productos, pero no se concretó nada. Evidentemente,
los de la MPT le querían contar chistes a las dueñas del circo, pues ellas
sabían que la zona era peligrosa y nadie iría a comprarles,
En el 2003 las casetas fueron
ofrecidas gratuitamente a la Facultad de Medicina de la UNT, y por
último, a la Policía Nacional del Perú, pero ambas instituciones no aceptaron
la oferta. Indudablemente: la inseguridad es un tema que los técnicos de la MPT
no consideraron, y ahora son pocas las personas que se aventuran a cruzar el
puente.
“Yo siempre lo consideré
antifuncional, el puente es tan largo que a cualquiera lo asaltan a mitad de
camino”, opina la arquitecta Adelí Zavaleta.
De manera que, seguramente,
cuando este puente sea destruido a pico y combo, en lo más íntimo de su
orgullo, Murgia, se sentirá herido de muerte, hablando políticamente, cuando
caiga por los suelos una de sus obras más emblemáticas, pero que no sirvió para
su fin, convirtiéndose en un elefante blanco. (Los
artículos de “OK” pueden ser reproducidos o transcritos citando la fuente)
Los regidores
Miguel Rodríguez Albán y Rolando Alarcón, también pusieron la pica en Flandes.
“Abajo este puente que no sirve para nada”, dijeron cuando se desempeñaban como
regidores de la MPT.
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