miércoles, 17 de octubre de 2012

Elefante blanco


Las casetas que se construyeron para convertirlos en stands y como entrada económica para las arcas de la Municipalidad Provincial de Trujillo (MPT), al final, nadie las quería recibir ni regaladas. Un verdadero fracaso.

Ni regalado lo querían
¡ELEFANTE BLANCO!
Uno de los desaciertos de la obra hecha  en el óvalo Mansiche, en la gestión del Ing. José Murgia, fue sin lugar a dudas el denominado Puente Peatonal, que tuvo críticas por doquier ante los asaltos que se “destaparon”, tan luego se inauguró la obra; sobre todo, porque “El Alambre”, lugar cercano, es considerado una zona peligrosa y delincuencial.
El puente tiene una extensión de 201 metros lineales por dos metros y medio de ancho y seis metros de altura. Empieza en la avenida Mansiche y termina en el jirón Salaverry y la avenida Roma.
Revisando los archivos, descubrimos que la decana del Colegio de Arquitectos, Adelí Zavaleta Pita y el decano del Colegio de Ingenieros, Rodolfo Quiroz Calderón, en 1996, cuestionaron la falta de estudio y de fluido de peatones que pasaría por el puente. Las personas tenían miedo de transitar por el referido lugar al convertirse en una zona liberada para el hampa. Prueba de ello es que se robaron las motobombas de las piletas.
En los extremos del puente aún quedan las estructuras metálicas de lo que debieron ser utilizados como stands, para ser alquilados y a través de estos el municipio pretendió recaudar fondos.
(Murgia: se sentirá herido de muerte, hablando políticamente, cuando caiga por los suelos una de sus obras emblemáticas)
Craso error: En agosto de 2002 las casetas fueron ofrecidas a las mujeres recluidas en el penal “El Milagro” para vender sus productos, pero no se concretó nada. Evidentemente, los de la MPT le querían contar chistes a las dueñas del circo, pues ellas sabían que la zona era peligrosa y nadie iría a comprarles,
En el 2003 las casetas fueron ofrecidas gratuitamente a la Facultad de Medicina de la UNT, y por último, a la Policía Nacional del Perú, pero ambas instituciones no aceptaron la oferta. Indudablemente: la inseguridad es un tema que los técnicos de la MPT no consideraron, y ahora son pocas las personas que se aventuran a cruzar el puente.
“Yo siempre lo consideré antifuncional, el puente es tan largo que a cualquiera lo asaltan a mitad de camino”, opina la arquitecta Adelí Zavaleta.
De manera que, seguramente, cuando este puente sea destruido a pico y combo, en lo más íntimo de su orgullo, Murgia, se sentirá herido de muerte, hablando políticamente, cuando caiga por los suelos una de sus obras más emblemáticas, pero que no sirvió para su fin, convirtiéndose en un elefante blanco. (Los artículos de “OK” pueden ser reproducidos o transcritos citando la fuente)


Los regidores Miguel Rodríguez Albán y Rolando Alarcón, también pusieron la pica en Flandes. “Abajo este puente que no sirve para nada”, dijeron cuando se desempeñaban como regidores de la MPT.

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