Candidato a la alcaldía de Trujillo, Daniel Salaverry y Carlos
Fernández, postulante a primer regidor en su lista, se pelean públicamente en
el bunker del Centro Comercial “Oro Azul”
¡A PALOS
Y TROMPICONES!
“¡Dile a tu jefe que se
vaya a la m… y nunca más me llame, y que ojalá quede quinto!”, le dijo –al
retirarse del local- Fernández Verde a un periodista que trabaja para Salaverry
(El desbande de
coprolalia del candidato a primer regidor por la lista de “Fuerza Popular”,
Carlos Fernández Verde (CFV), contra su candidato a la alcaldía de Trujillo,
Daniel Salaverry Villa (DSV), se debe a una serie de hechos que los relatamos
en esta crónica. Consultado, finalmente, CFV, por OK, el político confirmó la
ruptura de las relaciones con DSV, aunque no quiso revivir el hecho. “Luego del
domingo 5 de octubre nos podemos reunir y contarles con pelos y señales todos
los detalles”, argumentó, escapando del tema).
Sus amigos le aconsejaron en el 2010, luego de perder las
elecciones por muy poco, tomar el poder en el Apra ocupando la secretaría
regional, pero los “Choclitos” de Carlos Martínez Polo le habían ganado la
mano, y Daniel Salaverry Villa vio el 2014 muy lejano. Si hubiera ocupado la
secretaría regional o puesto a alguien de su confianza, jamás habría renunciado
luego al Apra.
Su primer “batacazo” en contra fue su renuncia al partido fundado
por Víctor Raúl Haya de la Torre, debido a su incapacidad de manejar a los
“Choclitos”; a Juan Namoc Medina, su virtual contendor en las internas del Apra,
y al mismo “Pepe” Murgia, quien iba a ser el candidato a la presidencia
regional de La Libertad por el partido aprista.
El consenso no está en el diccionario de Daniel Salaverry Villa
(DSV), dicen sus íntimos, y –precisamente- en las versiones de algunos de ellos
nos basamos para esta crónica. Los muy cercanos aseguran que a Salaverry solo
le interesan tres cosas: Salaverry, Salaverry y Salaverry.
Agregan que el ego de Salaverry solo es comparado con el de Alan
García Pérez, y que ha sido su “yoísmo” el que lo ha llevado a estar en una
posición incómoda en esta elección de 2014, y en cualquier otro proceso que
venga, porque con dos derrotas consecutivas ya alcanzaría el nivel de
clasificación de Eduardo Cassinelli, otro aprista que se fue a probar suerte en
otras tiendas políticas y nunca más “fue”.
LA RENUNCIA Y DSV
Luego de su accidentada salida del Apra, vino la supuesta creación
del Movimiento DSV, a pesar que venía conversando –desde hace mucho
tiempo- con Joaquín Ramírez, dirigente de “Fuerza Popular”, el partido que
postulará a Keiko Fujimori a la presidencia de Perú en los próximos comicios
generales.
Al final: DSV
(“Democracia, Seguridad y Valores”), nunca prendió, nació nonato porque
él quiso, y todos quienes creyeron en Salaverry (como Olga Iglesias, Nils Ruiz,
Noé Anticona, entre otros) se espantaron apenas se enteraron de su traspaso al
fujimorismo, guiado bajo los fondos prometidos del cajamarquino Joaquín
Ramírez, también actual presidente de club de fútbol trujillano Carlos A.
Mannucci.
Si Salaverry había perdido votos con su salida del Apra; al no
querer cristalizar el Movimiento DSV y pasarse a “Fuerza Popular” perdió
muchos más simpatizantes. En política hay sumas que restan y Daniel Salaverry
en el partido naranja se sentía como un elefante en un escaparate, porque no
tiene un franco discurso fujimorista en defensa de “El Chino”.
Sin embargo, DSV llegó al inicio de la campaña de 2014 con buenas
posibilidades, por el poco entusiasmo de Manuel Llempén (APP) y la
inexperiencia de Elidio Espinoza, del “Movimiento Regional para el Desarrollo
con Seguridad y Honradez”.
Daniel Salaverry avanzó y logró colocarse -en los primeros meses
de 2014- en los lugares expectantes de las preferencias, para luego caer
estrepitosamente en todas las encuestas, las mismas que ahora le dan una segura cuarta posición,
gracias a sí mismo y a nadie más.
PRIMERA: “NO CONFIÓ EN
NADIE”
De entrada, les dijo a todos sus candidatos regidores y candidatos
distritales, que él no confiaba en nadie, así que dijeran lo que dijeran no los
tomaría en serio, porque él, Daniel Salaverry Villa (DSV): “sólo confiaba en sí
mismo”. Por otro lado, su primer regidor Carlos Fernández, solo tenía luz verde
para hablar de los ovnis que se están avistando en Moscú, o de la guerra entre
Israel y Palestina y el bombardeo en la franja de Gaza; a lo sumo Fernández-en
la coyuntura política nacional- abordaría la incomodidad que tienen los
peruanos ante el cogobierno de la pareja presidencial. Todo esto ante la
sorpresa del periodismo político local, quienes no se explicaban como Fernández
Verde, siendo un candidato a una regiduría de la ciudad, abordaba temas fuera
de nuestra realidad geográfica, antes que aportar con propuestas a la solución
de los problemas citadinos. Ahora nos explicamos muchas cosas.
SEGUNDA
Se rodeó de un trío infernal: Daniel Zavaleta, Fernando Calderón y
Gianmarco Quezada. El supergrupo asesor, copó a Salaverry y le decían al oído
–todos los días- sólo lo que él quería escuchar: “(…) que era el mejor
candidato y que prácticamente ya las elecciones a la alcaldía de Trujillo
estaban ganadas”. Este petit comité
lo aisló del resto de integrantes de su movimiento y la campaña se
desnaturalizó para “Fuerza Popular”.
TERCERA
No contrató a nadie de prensa, probó a varios en el puesto, y al
final no aceptó a ninguno, porque su grupo asesor le decía que todos eran
sospechosos de llevar información al “Chato” y a “Elidio”.
CUARTA
Se separó de sus candidatos distritales y de su plana de
regidores, al extremo de prohibir que sacaran algunos simples banner con la imagen de ellos; sólo
autorizó a sacar los banner si
llevaban solitariamente su rostro de niño bien, incluso prohibió que colgaran
la imagen de Keiko Fujimori en el mitin que realizaron en la Av. Mansiche.
Sus asesores le decían que todo lo que podía quitarle
protagonismo: no debería figurar. Mientras que Manuel Llempén, de Alianza Para
el Progreso (APP), empezó a meter “plata como cancha” en la campaña y caminaba
todo Trujillo de la mano de sus candidatos distritales; Elidio Espinoza,
gracias a la inseguridad que se vive en nuestra ciudad, empezó a subir como la
espuma con este tema; mientras que Salaverry tenía actitudes infantiles, como
no contestarle las llamadas a los suyos. Llegó a prohibir que sus regidores
subieran al proscenio en la primera visita de Keiko, porque le podían quitar
cámaras y luces. Se convirtió –en su mente- en una superestrella de rock.
QUINTA
La pelea con su primer regidor Carlos Fernández Verde, surge bajo
el absurdo argumento de que CFV quería hacer campaña para presentarse luego al
Congreso. Le prohibió hacer banner personales
y tampoco lo invitó al estrado en los mítines, a pesar que CFV era ya entonces
uno de los principales financistas de la campaña y se dice que pagó el
escenario y la orquesta de los “Yaipén”, cuando vino Keiko Fujimori.
SEXTA
El colmo fue cuando CFV llevó a los pepecistas (sus
excorreligionarios) a “Oro Azul”, el local de Salaverry, para que expresaran su
adhesión a la candidatura de “Fuerza Popular”. Daniel Salaverry a pesar de
haber acordado que estaría presente en el auditorio del Centro Comercial de su
propiedad, los desairó llevado por el consejo de su trío asesor, que le dijeron
que el ganador de toda esta aventura política sería CFV, quien llevaría “agua
para su molino”, con la finalidad de apuntalar una posterior candidatura
congresal.
SÉPTIMA
Ese desaire terminó por hacer explotar a CFV a quien –dicen- en
“Oro Azul” le salió el “serrano” (que patea hasta después de muerto) y le
espetó a un periodista de DSV: “¡Dile a
tu jefe , ese “pituquito misio”, que no se esconda y se vaya a la m… que nunca
más me llame. Ojalá quede quinto!”.
Testigos relatan que CFV
también encaró a un locutor que le había presentado a Salaverry,
diciéndole: “(…) y otra vez no me presentes candidatos tan h…”.
Fernández Verde salió echando chispas del local comercial “Oro
Azul”, de los jirones Grau con Orbegoso, acompañado de su presuroso equipo de
prensa, y nunca más regresó al comando de campaña. Ese mismo día CFV, con
su equipo y los pepecistas invitados, se fueron a “celebrar” la ruptura con DSV
al restaurant “El Paisa”. Fuentes de primera mano (que estuvieron presentes en
la escena) dicen que hasta algunos colaboradores de Daniel Salaverry, como
Carlos Tataje, acudieron al banquete cevichero organizado por Fernández Verde.
OCTAVA
Al no tener ningún equipo de prensa, DSV dejó las redes sociales,
descuidó medios, al extremo que cuando trajo al coronel PNP ® Marco Miyashiro
para que hable de seguridad: casi nadie se enteró. En esta última semana:
mientras todos los candidatos han puesto todos los huevos en la canasta,
contratando a decenas de communnity manager para que interactúen en las
redes sociales, DSV se refugia en su bunker
de “Oro Azul”, al igual que en el 2010, mientras nerviosamente espera el
veredicto final del 5 de octubre, aquel que lo enviará al anonimato político de
dónde –quizás- jamás debió salir.
COLOFÓN
Trascendió que Daniel Salaverry también tiene un abierto
distanciamiento con sus candidatos a las alcaldías distritales de Víctor Larco
(Róger “Pocho” Torres), La Esperanza (Jorge Guarniz Morales) y El Porvenir
(Carlos Lázaro Collantes). (Crónica de Ramón Daniel Azabache, con la activa
colaboración del “Garganta profunda”, Andrés Morley)
Daniel Salaverry, fue tejiendo amistades calculadoramente para
triunfar en este proceso de 2014. En la vista, “coqueteando” con Róger “Pocho”
Torres, que pertenecía –en ese momento- activamente a la policía. Torres
–finalmente- ha terminado también distanciado de Salaverry.
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